logo-alejandra-psicologia

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una emoción natural proveniente del miedo, sin ella, al igual que sin otras emociones básicas no habríamos sobrevivido como especie. Se activa cuando nuestro cerebro determina que existe una amenaza para nosotros/as.

La respuesta será la misma ante una situación de peligro para nuestra integridad vital (por ejemplo, una situación de violencia, desastre natural, accidentes etc.) que en situaciones donde en la realidad objetiva no había una amenaza de tal magnitud (por ejemplo, un mail de nuestra jefa, una cita con esa persona a quien nos gustaría impresionar o dar una charla en público). A esto último solemos denominarlo “falsas alarmas”.

Sería como si reaccionases de la misma manera ante una alarma de incendios que se activase por un fuego real en tu casa que por el humo de un cigarrillo. No sería muy adaptativo para ti, ¿verdad? La ansiedad no es “mala” ni “un enemigo”. Es una emoción natural que debemos conocer y saber regular cuando se desborda ante esas “falsas alarmas”. Para ello, es fundamental saber por qué se activa y cómo es su funcionamiento.

ansiedad

¿Cómo se produce la ansiedad?

A pesar de que una definición de ansiedad que cubra todos los aspectos es muy difícil de proporcionar (realmente se han escrito libros enteros sobre el tema), todo el mundo conoce la emoción que llamamos ansiedad. No hay nadie que no haya experimentado algún grado de ansiedad, por ejemplo, al entrar en una clase justo antes de un examen (tienes más información en el post de mo controlar la ansiedad ante los exámenes) o al hablar en público, pero ¿conoces cómo se produce? 

La ansiedad es una respuesta al peligro o amenaza. Científicamente, la ansiedad inmediata o a corto plazo es denominada la respuesta de lucha-huida. Se llama así porque todos sus efectos están dirigidos a combatir el peligro o a escapar del mismo. Así, el propósito de la ansiedad es proteger al organismo. Cuando nuestros antepasados vivían en cuevas, era vital que cuando se enfrentaban con algún peligro, ocurriera una respuesta automática que les hiciera realizar una acción inmediata (ataque o huida). Incluso en el agitado mundo de hoy día este es un mecanismo necesario. Por ejemplo, imagina que mientras estás cruzando una calle un coche acelera hacia ti al tiempo que toca la bocina. Si no experimentases ninguna ansiedad resultarías muerto/a, en cambio la respuesta de lucha-huida haría que lo más posible es que te apartases rápidamente del peligro (amenaza).

El propósito de la ansiedad es proteger al organismo, no dañarlo. Cuando algún tipo de peligro es percibido o anticipado, el cerebro envía un mensaje a una sección de sus nervios llamada el sistema nervioso autónomo. El sistema nervioso autónomo tiene dos subsecciones o ramas llamadas el Sistema Nervioso Simpático (SNS) y el Sistema Nervioso Parasimpático (SNP). 

  • Primeramente, se activa el SNS, el cual libera energía (a través de la liberación de adrenalina y noradrenalina) y hace que el cuerpo esté preparado para la acción (para luchar o huir de ese peligro). 
  • Tras ese primer estallido, el SNP se encarga de la restauración y reparación y devuelve el cuerpo a un estado normal. Generalmente sus efectos son opuestos al SNS ya que son efectos calmantes, relajantes y reguladores. 

¡Echa un vistazo a este video para conocer cómo funciona la ansiedad! 

 

¿Qué síntomas tiene y por qué?

Cada vez que percibimos un peligro, se producen una serie de cambios en nuestro cuerpo que nos preparan para afrontarlo y que aumentan nuestra probabilidad de supervivencia: “luchar o escapar”. Lo cierto es que sin ansiedad no podríamos vivir. Y, aunque parezca difícil de creer, cada una de las sensaciones corporales que notamos cumplen con una función para nuestra supervivencia, a pesar de que a menudo se vivan como desagradables e incómodas. Tras detectar una amenaza se activa el SNS dando lugar a dos tipos de síntomas clínicos: síntomas somáticos; y/o cognoscitivo-conductuales y afectivos (Martínez).

Sintomas de ansiedad


Siguiendo a Craske y Barlow podemos hablar de síntomas tales como:


  • Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho

Cuando tenemos ansiedad, el cuerpo se prepara para la actividad física. Los músculos se alimentan de azúcar y de oxígeno, y ambos elementos llegan a través de la sangre. El flujo sanguíneo tiene que aumentar y la forma de conseguirlo es que el corazón vaya más rápido. 


  • Ahogo, dificultad para respirar

Como necesitamos más oxígeno, involuntariamente respiramos más rápido. Pero si este oxígeno extra no se usa haciendo actividad física, hiperventilamos. 


  • Tensión muscular, dolor en la cabeza y espalda, contracturas, calambres, temblores y sensación de piernas débiles

Cuando respondemos con ansiedad es porque se supone que vamos a entrar en acción (huir o luchar). Cualquiera de estos dos comportamientos implica intensa actividad física; de manera que, aunque no queramos, nuestros músculos se tensan. 


  • Mareo, opresión o sensaciones extrañas en la cabeza

Como se acaba de comentar, una de las manifestaciones de la ansiedad es la tensión muscular. Precisamente, el aumento en la tensión en las cervicales puede producir una disminución en el aporte de la sangre a la cabeza; produciendo estas sensaciones. Asimismo, puede deberse a una bajada de presión arterial producida por la hiperventilación. 


  • Pérdida de sensibilidad, hormigueo en las extremidades, palidez

Al tener ansiedad se produce una vasoconstricción en las venas y arterias cercanas a la piel, con el objetivo de no desangrarnos si somos heridos en la lucha. Al disminuir el riego sanguíneo, nuestra piel se enfría y podemos sufrir pérdidas de sensibilidad o parestesia (p. ej., que se nos duerman las manos, la cara o los pies).


  • Sensación de irrealidad, percepciones extrañas, descontrol en los pensamientos

No existe una única región cerebral encargada de la integración de la ansiedad (De la Mora, 2003). Sin embargo, cuando estamos relajados/as, utilizamos sobre todo las regiones del neocórtex frontal del cerebro. En cambio, cuando tenemos ansiedad, solemos utilizar otras estructuras cerebrales “más primitivas” como la amígdala y el locus coerelus. Cuando esto sucede, nuestro funcionamiento suele ser menos racional y más regido por mecanismos primarios. Hay personas que son especialmente sensibles a este cambio y se sienten raras: no se reconocen a sí mismas o pueden percibir la realidad de manera distinta. No es peligroso y durará poco, pero puede ser desagradable.


  • Cambios en la visión, sensación de que la luz molesta, manchas en la visión, visión borrosa

En plena ansiedad, y con el objetivo de emplear nuestro campo visual para no ser sorprendidos por el peligro, las pupilas se dilatan para aumentar la visión periférica. Habitualmente la dilatación pupilar está controlada por la intensidad de la luz. Así pues, las pupilas pueden entrar en conflicto recibiendo dos mensajes contradictorios, el que proviene de la respuesta de ansiedad y el habitual que proviene del grado de luminosidad ambiental. Ante esta confusión, el mensaje que recibe nuestro cerebro es confuso y la calidad de las imágenes que se codifica es muy baja. 


  • Cambios en la temperatura, sofoco, sudor, escalofrío

Como la sangre se acumula en las vísceras y en los músculos cuando tenemos ansiedad, la temperatura en las zonas corporales más vitales aumenta. Cuando nuestra temperatura sube hasta un determinado punto, el sistema de enfriamiento de nuestro organismo se pone en marcha y empieza el sudor. Al mismo tiempo, el aporte de sangre a las zonas periféricas se reduce, con lo cual se puede notar frío en las extremidades, y el sudor tornarse frío cuando atraviesa la piel. 


  • Boca seca, sensaciones en el estómago, náuseas, estreñimiento, diarrea

Al tener ansiedad, el sistema digestivo se paraliza. Comer es importante, pero sobrevivir y que no nos devore un depredador, todavía lo es más. Es por ello que el sistema digestivo cesa su actividad y, según en el punto en el estemos en el proceso de alimentarnos, notaremos unas sensaciones u otras.

Mantenedores de sintomas de la ansiedad

Una vez que la ansiedad aparece, tiende a mantenerse, incluso si parece que ya no hay causa aparente para ello. Esto es debido a que se ha adquirido el hábito de preocuparse, de esperar dificultades y de evitar situaciones difíciles. Físicamente, el cuerpo se ha habituado a estar tenso y a reaccionar con ansiedad en todo tipo de situaciones. La ansiedad crea un círculo vicioso: como los síntomas son desagradables, la persona se vuelve más sensible a cualquier alteración física, se preocupa continuamente de que le pueda pasar algo (de que le dé un ataque cardíaco, pierda el control…), lo que le hace estar más ansiosa. Y así su sintomatología se agudiza.

 

¿Ansiedad “normal” o Trastorno de ansiedad?

No. No todo es ansiedad ni todos tenemos un trastorno de ansiedad. Experimentar una forma leve de ansiedad puede ayudar a una persona a estar más alerta y prepararse para hacer frente a un desafío o a una situación amenazante. Sin embargo, cuando el miedo experimentado es extremo y persiste la preocupación ante la situación que lo suscita, podríamos estar ante un trastorno de ansiedad. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-5) para que podamos hablar de un “problema de ansiedad” se deben cursar criterios muy concretos en base a la duración prolongada de los síntomas, el malestar excesivo, y/o que la sintomatología esté causando deterioros en diversas áreas (laboral, social, académica)

Los trastornos de ansiedad que actualmente engloba dicha clasificación son: el trastorno de ansiedad por separación, el mutismo selectivo, la fobia específica, el trastorno de ansiedad social, el trastorno de pánico, la agorafobia, el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad inducido por sustancias/medicamentos, el trastorno de ansiedad debido a otra afección médica y otros trastornos de ansiedad no especificados.  

 

Es importante conocer por qué se activa la ansiedad y cómo funcionan los síntomas para no asustarse. Pero y ahora que conozco más como funciona ¿Cómo la gestiono? ¿Qué hago cuando tengo ansiedad? En este artículo te dejo más información acerca de Cómo gestionar la ansiedad. Si a pesar de poner en marcha todas las técnicas, continuas con elevados niveles de ansiedad que te impiden llevar tu vida cotidiana pide cita aquí y te ayudaré a gestionarla de la mejor forma para que no altere tu vida de manera significativa.

 

 

 

Lecturas recomendadas

  • Ansiedad. Cómo controlarla. Guías de Educación Sanitaria 2 (2002). Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco.
  • Casado, R. (2023). El mapa de la ansiedad. Una guía para entenderla y aprender a gestionarla. SINE QUA NON.

 

Referencias 

  • Craske, M. G., y Barlow, O. H. (1993): Panic disorder and agoraphobia (pp. 25-28), en O. H. Barlow (ed.): Clinical handbook of psychological disorders (2.1! ed., pp. 1-47), Nueva York: Guilford.
  • De la Mora, M. P. (2003). Dónde y cómo se produce la ansiedad: sus bases biológicas. Ciencia, 17
  • Martínez, Ortiz A.L. et col. Guía clínica. Diagnóstico y Manejo de los trastornos de ansiedad. Secretaria de Salud México.