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¡Hola!

Soy Alejandra, psicóloga sanitaria y sexóloga.

Desde pequeña me enamoré de esta profesión y he tenido el enorme privilegio de llegar a dedicarme a mi pasión. No concibo mi vida sin dedicarme a la Psicología y me hace inmensamente feliz acompañar a mis pacientes en su desarrollo personal. Soy una terapeuta con una fuerte solidez teórica, pero al mismo tiempo muy cercana y cálida con quienes se acercan a mi consulta. Comprendo que buscar ayuda es difícil y por ello trato que mis pacientes se sientan como en casa, sabiendo que están en buenas manos. Caminando siempre juntos/as en este proceso para que logren un cambio profundo que les acompañe a lo largo de la vida.

Formación

Colegiada en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, número colegiado M-33741

Licenciatura en Psicología por la Universidad del Pais Vasco. 
Máster General Sanitario por la Universidad Autónoma de Madrid
Máster en Terapia de Conducta por el Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA)
Máster en Terapia Sexual y de Pareja con perspectiva de género por la Fundación Sexpol y la Universidad Antonio de Nebrija.

Si quieres más información sobre mi trayectoria profesional, puedes consultar mi currículum AQUÍ.

Te ayudo a aprender a manejar tus emociones, conductas y pensamientos para que puedas sentirte mejor. Trabajo contigo acompañándote en este camino desde una base de confianza y cercanía. 

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Nací en 1988 en la fría ciudad de Burgos, donde fui creciendo siempre entre libros. Esa era, y es, mi mayor afición. Recuerdo el primer libro que fui capaz de leer sola, era de unos dinosaurios que aprendían los modales a la mesa. ¿Qué tendría yo? ¿5 o 6 años? Y desde entonces siempre andaba leyendo calmada en algún lugar, igual que hoy. Cuando tendría unos 13 años conocí la Psicología y me enamoré a primera vista.

Casi diría que fue un flechazo y tuve claro al instante que esa era mi vocación.

Quería ayudar, sobre todo a aquellos que nadie veía sufrir y que necesitaban ayuda y estuve segura en lo más profundo de mi corazón que la Psicología seria mi manera de aportar ese granito de arena. Y no me equivoqué. Fui hasta Donosti y estudié la licenciatura en la Universidad del País Vasco-EHU. Horas y horas en la biblioteca, decenas de asignaturas y aun asi era de las pocas que seguía con esa vocación. Era siempre la chica de la primera fila en las clases y la última que se iba a casa. Acabe antes de tiempo y ayude como voluntaria en varios equipos de investigación hasta que llegó la hora de embarcarme rumbo a mis prácticas de fin de carrera en cooperación: ¡Una ONG en Villamiseria! ¡Buenos Aires, me esperaba!

Conocí la cara más dura de Argentina, ayude con todas mis ganas y maneje como puede la frustración del no saber, no poder hacer más y ver como aquellas mujeres y niños terminaban fuera de la casa de acogida a su suerte. Pero tambien me permitió poner en valor cosas que antes daba por sentadas y ser más agradecida con la vida. Rumbo de nuevo para España decidí opositar para la plaza de Psicólogo Interno Residente dentro del Sistema Público de Salud y durante varios años me dediqué en cuerpo y alma a ello. Finalmente abandone la idea y, decidida a lograr mi sueño, trabaje durante años donde y como pude para lograr el dinero suficiente para seguir mi formación. Fueron años duros, donde era más fácil abandonar y buscar una estabilidad que seguir luchando contra molinos de viento para ser psicóloga. Parecía todo tan lejano e imposible…

Finalmente, una de las mejores Universidades de España, la Universidad Autónoma de Madrid, valoro mi expediente y logre una de las pocas plazas para entrar en el Master General Sanitario. Fueron años duros, de mucho sacrificio y estudio. El segundo año lo compatibilice con uno de los másters que más reconocimiento español tiene sobre la Psicología científica y conductual: ITEMA (el Instituto Terapéutico de Madrid). Aquello fue una locura, solo otra chica en toda la historia de ITEMA había sido capaz de compaginarlo y ahí que fui yo tambien a intentarlo, porque por echarle valor y sacrificio a la vida no sería. Cientos de horas, una gran exigencia y ambos masters a la vez me llevaron a tener una formación excelente en cuanto al proceso clínico.

Muy formada en la teoría y con muchas horas de práctica clínica detrás, termine el master de la UAM haciendo las prácticas en un centro terapéutico para menores conflictivos y violentos en medio de la meseta entre Castilla La Mancha y Madrid. Terminados ambos masters entré como una de las cuatro residentes al Centro de Psicología Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid. Aquel año me lleno de nuevo de experiencia práctica y tuve la suerte, de nuevo, de tener sesiones diarias que me iban acercando más y más a la clínica. Que me sumergían de lleno en la profesión que amaba. Y llegaron los primeros trabajos en gabinetes privados y el siguiente master en Terapia Sexual y de Pareja con perspectiva de género por la Fundación Sexpol y la Universidad Antonio de Nebrija. Aquello me puso aún más en contacto con el feminismo y rompió tabúes y abrió la oportunidad a tener pacientes con dificultades sexuales, que tanto me divierte trabajar. Y seguí trabajando y nunca paré, hasta hoy.

Las sesiones con mis pacientes se intercalaban con las sesiones de pacientes de otros gabinetes y a pesar de varias oportunidades yo sabía que quería seguir este camino a solas. Quería seguir prestando un buen servicio, uno con una gran calidad teórica, mucha destreza practica y la calma y el amor que no se pueden trasladar si no hacemos las cosas con mimo y cariño. Por eso decidí apostar por mi pasión y vivirla, ahora sí, desde la calma y el disfrute sereno que dan la experiencia y la edad. Me vine a vivir una vida tranquila a un pueblo pequeñito de mi provincia y trasladé las pocas sesiones presenciales que me quedaban hacia el trabajo online.

Las compañeras me decían que no eran capaces y que no les gustaba tener sesiones online, pero a mí siempre me gustó y por eso cada vez tenía más y más. Quizá porque no me cuesta conectar con los pacientes y conseguía los mismos resultados que en persona, sin la pérdida de tiempo del transporte en Madrid o el bullicio de la ciudad estresada tras la ventana. Ahora solo hay pájaros que anidan en los arboles de mi jardín, gatos jugando despreocupados, kilómetros de campo sereno tras las ventanas y la naturaleza llenándome de nuevo el alma. Con más ganas e ilusión que nunca he afrontado mi gran proyecto personal: apostarlo todo a mi marca y seguir creciendo sin depender de gabinetes externos. Solidificar mis sueños y apostar en mí y en mis pacientes. Un sueño que a fuego lento se está haciendo realidad y donde, con mucho amor, esa niña que siempre llevo conmigo, puede leer tranquila sus libros sabiéndose dichosa porque está en el camino de lograr sus más descabellados sueños.

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