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¿Qué es la autoestima?

Desde la década de 1970, la autoestima ha sido uno de los conceptos más populares en Psicología y, durante gran parte de este tiempo, ha sido considerada como uno de los mejores parámetros para medir el bienestar y la salud mental en general (Hartes, 1993; en Desmond 2017). Durante décadas se ha asociado que personas con una alta autoestima obtenían mayor éxito a todos los niveles: académico, laboral y relacional. Obtenido mayores puntuaciones en los índices de felicidad percibida (Kernis, 1993; en Desmond, 2017). Sin embargo, ya desde la década de 1990 vienen apareciendo investigaciones que desmontan esa correlación, puesto que la diferenciación entre “alta” y “baja” autoestima, asi como el propio concepto de autoestima, trae numerosas dificultades, que hacen que la mayoría de los especialistas estemos comenzando a dejar obsoleto el concepto y a dejar de utilizar el concepto como indicador decisivo de buena salud mental (Neff, 2012) y a sustituirlo por uno más sano: la compasión. Antes de profundizar en la compasión, veamos primero cómo se define la autoestima.

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¿Cómo se define la autoestima?

En nuestro día a día, todas las personas, con autoestima alta o baja, las sanas y las insanas, las asertivas y las no asertivas, tenemos en nuestra memoria una o varias situaciones que, por la razón que sea, nos resultan difíciles de resolver (por ejemplo, ir a comprar compresas, bajar al parque con los niños, hablar con desconocidos, ir a una piscina pública, sentarse al lado de alguien del sexo opuesto, negociar un aumento de sueldo etc.). No existen “dificultades típicas” en personas con baja autoestima. Ni “todas” las personas con alta autoestima resuelvan “bien y todas” las situaciones que no resuelven quienes tienen una autoestima baja.  Si no son las situaciones per se, ¿de qué depende, entonces, de que una persona resuelva la situación sintiéndose bien con ello y otra no? 

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¿Qué diferencia hay entre autoestima y autocompasión?

La autoestima de la que habla la cultura occidental consiste en ser una persona especial y estar por encima de la media (Neff y Germer, 2018). Lo que diferencia la autoestima de la autocompasión es que en la autoestima se trata de un juicio de valor: nos juzgamos a nosotros/as mismos/as como buenos/as o malos/as, como mejores o peores.

Sin embargo, en la autocompasión, en realidad no importa el modo en que nos comparamos con otras personas. Lo que importa es la bondad y que nos veamos a nosotros/as mismos/as de manera clara (Neff y Vonk, 2009; en Desmond 2017). Cuando las personas se centran en la autoestima no caen en la cuenta de que es imposible que todo el mundo esté por encima de la media. ¿Te imaginas que tu pareja te dijese que eres una novia mediocre? ¿O tu hijo te reconociera que eres una madre mediocre? ¿Y si tu jefa te comenta que te ve como una empleada mediocre? ¿Cómo crees que reaccionarias?

Para muchos ser mediocres es el equivalente de pensar que los demás nos considerasen despreciables. Por tanto, queremos quedar “por encima de la media” lo que sin darnos cuenta nos lleva de lleno a proteger nuestra autoestima mediante la comparación gracias a menospreciar a los demás. Dar prioridad a tener una evaluación tan positiva de nosotros/as puede dar lugar a que nos volvamos personas competitivas y que adoptemos una actitud defensiva y rígida. Al mismo tiempo seremos muy sensibles a las críticas externas y a culpar y criticarnos a nosotros/as mismos/as y a los demás.

Este “complejo de superioridad” pude surgir de esta tendencia a estar demasiado centrados en el concepto de autoestima, el cual se aleja mucho de la compasión natural del ser humano. Las investigaciones actuales explican las trampas en que podemos caer al tratar de desarrollar y mantener una autoestima alta: narcisismo, abstracción, ira, prejuicios, discriminación etc. (Neff, 2012). Sin embargo, existe una alternativa que ofrece la misma protección ante la autocrítica destructiva, pero sin la necesidad de que nos sintamos perfectos o mejores que los demás. Es decir, la autocompasión ofrece los mimos beneficios que la autoestima alta, pero sin sus inconvenientes (Neff, 2012). En otras palabras, el hecho de ser mejor o peor o “tan bueno como” los demás no tiene importancia. Lo que importa es que seas amable contigo mismo/a y con los demás (Desmond, 2017).

 

Puedes aprender más de la diferencia entre autoestima y autocompasión en la ponencia de Kristin Neff en el siguiente vídeo

¿Qué es la compasión hacia uno mismo? ¿Qué significa exactamente?

Kristin Neff, en su maravilloso libro Sé amable contigo mismo nos propone una reflexión muy bonita para entender este concepto. Para describirla es más fácil comenzar a entenderla mediante la experiencia más conocida por todos nosotros: la compasión hacia los demás. Al fin y al cabo, la compasión es igual, tanto si la dirigimos hacia nosotros/as mismos/as como hacia los demás. Imagina que vas caminando hacia el trabajo y un indigente te pide limosna “¡Que pesado” – piensas- me va a hacer llegar tarde. Seguro que solamente quiere el dinero para beber o drogarse. ¡Que me deje en paz!”. Tú te sientes culpable si no le das algo y resentido/a si le das unas monedas.

Otro día, sin embargo, al verle en la misma calle pidiendo limosna le ves con otros ojos. Por un instante le observas y le miras de verdad. “¿Cómo habrá acabado en situación de calle? ¿Cuál será su historia? ¿Y si me pasa a mí un día? Quizá si no hubiera nacido en mi familia o si hubiese tenido mala suerte, podria haberlo perdido todo y haberme visto obligada a hacer lo mismo que él. A pedir para sobrevivir. Todos somos vulnerables”. En lugar de ignorarle, dedicas un momento a pensar en lo difícil que es la vida. Su dolor te conmueve y sientes la necesidad urgente de ayudarle, de alguna manera. La compasión no implica ayudar de una determinada forma, no implica que tengas que darle dinero ni invitarle a tu casa. Puedes simplemente devolverle una sonrisa o darle comida o aquello que creas mejor, sea dinero o lo que tú decidas.

En cualquier caso, él y todos merecen tu compasión. Todos la merecemos sea lo que sea que motivó la situación en que nos encontremos (tanto de éxito como de fracaso). Tanto ellos como tú. Porque tú tambien mereces compasión. “La compasión, entonces, implica reconocer y ver claramente el sufrimiento de los demás. Tambien significa sentir bondad hacia los que sufren, y así surge el deseo de ayudar (de aliviar el sufrimiento). Por último, compasión significa reconocer que el ser humano es imperfecto y frágil”. (Neff, 2012). 

¿Qué NO es la autocompasión?

A menudo las personas llegan a mi consulta con ideas erróneas sobre la compasión. Se preguntan si ser demasiado compasivo pude llegar a ser un problema. La respuesta es un rotundo “NO”. De hecho, son múltiples los beneficios de utilizar la autocompasión para relacionarnos con nosotros/as mismas: sentimos menos depresión, menos ansiedad, menos estrés, menos vergüenza y mayor felicidad, satisfacción con la vida, confianza en uno/a mismo/a y salud física (Neff y Germer 2013; en Neff y Germer 2018). 

Cobrar conciencia de las dudas que tenemos sobre la compasión es el primer paso, ya que si no abordamos estas ideas distorsionadas no es probable que comencemos a ejercerla. Veamos algunas de estas ideas erróneas:

 

  • La autocompasión no es pena ni lastima de mí mismo/a.

La compasión no es una forma de justificar la lastima hacia nosotros/as mismos/as, sino todo lo contrario. La pena habla desde un punto de “pobrecito de mi”, centrándose en sí mismo y sin buscar un rol activo en el cambio (lo que se suele denominar un rol victimista). Sin embargo, la compasión reconoce que la vida es dura para todo el mundo, no conlleva un exceso de rumiación acerca de sí mismo. Nos ayuda a reconocer que todos sufrimos (humanidad compartida) asi como a no exagerar la magnitud de nuestros problemas (mindfulness).

 

  • No te volverás más perezoso/a ni harás menos cosas si eres compasivo/a.

Muchos piensan que se trata de una forma encubierta de indulgencia, pero la autocompasión no aspira al placer inmediato sino más bien a la salud en el largo plazo. La investigación sostiene que las personas compasivas se implican en conductas más sanas como hacer ejercicio, comer bien o beber menos (Magnus, C.M.R. et col 2010; Schoenefeld, S.J. et col 2013; Brooks, M. et col 2012; en Neff y Germer 2018).

 

  • La autocompasión no es una excusa de tus malas conductas.

Ser compasivo hace que puedas tomar en consideración tus errores sin tener que culpar a nadie más. Las personas compasivas asumen con más facilidad la responsabilidad de sus acciones y son tambien más propensas a disculparse en el caso de haber ofendido a alguien (Howell, A.J. et col, 2011; en Neff y Germer, 2018).

 

  • Ser autocompasivo no te vuelve una persona débil. 

La creencia errónea de que para hacer frente a la vida debo ser una persona dura y fuerte es fuente de profundos malestares. La autocompasión es una fuente de fortaleza interior que aumenta nuestra resiliencia y nos proporciona valor para enfrentar las dificultades de la vida. Por ejemplo, las personas con mayor compasión tienen mayor capacidad de hacer frente a situaciones difíciles como el divorcio, el trauma o el dolor crónico (Wren, A et col., en Neff y Germer, 2018).

 

  • La autocompasión no es de personas egoístas o egocéntricas.

Ser compasivo con nosotros/as mismos/as no nos lleva a ser egoístas sino todo lo contrario, nos facilita la entrega a los demás. La investigación sostiene que las personas compasivas tienden a ser más compasivas y solidarias tanto en pareja como en el resto de relaciones (Yarnell, 2013; en Neff y Germer, 2018). 

 

  • La autocompasión no socavara tu motivación para lograr tus metas

La gente tiende a pensar que la crítica es un excelente motivador a pesar de que es todo lo contrario, ya que tiende a socavar la confianza en uno mismo/a y desemboca en el miedo al fracaso. Si somos autocompasivos/as estaremos más motivados/as a lograr nuestros objetivos, tendremos menos miedo al fracaso y seremos más propensos/as a perseverar en el esfuerzo y a intentarlo de nuevo después de haber fracasado (Breines, J.G. 2012; en Neff y Germer, 2018). 

Ser compasivos con nosotros/as mismos/as no solo no tiene inconvenientes, sino que aporta múltiples beneficios a tu salud mental, física y relacional. 

En el proceso terapéutico he ayudado a muchos pacientes que se encontraban en situaciones de exceso de critica a sí mismos, con mucho malestar, ansiedad y tristeza. Escríbeme y comencemos a trabajar juntos/as en un proceso de amor, cuidado y acompañamiento hacia ti mismo/a.

Referencias:

Castanyer, Ol. (2007). Yo no valgo menos. Sugerencias cognitivo-humanistas para afrontar la culpa y la vergüenza (4º edición). Serendipity. Desclée de Brouwer. 

Desmond, T. (2017). Self-Compassion in Psychotherapy. Mindfulness-Based Practices for Healing and Transformation. W.W. Norton & Company, Nueva York, USA.

Neff, K. (2012). Sé amable contigo mismo. El arte de la compasión hacia uno mismo. Paidós Divulgación. Editorial Planeta S.A.

Neff, K. (2015). The 5 Myths of Self-Compassion. Psycotherapy Networker. 

Neff, K. et Germer, C. (2018). Cuaderno de trabajo de Mindfulness y Autocompasión. Un método seguro para aumentar la fortaleza y el desarrollo interior para aceptarse a uno mismo. Biblioteca de Psicología. Desclée de Brouwer.